Y tú, ¿coleccionas?

Pongámonos a imaginar que se mezclan buena -que no ostentosa, tan sólo correcta- situación económica con gusto estético y aprecio por la Cultura de tu tiempo. Y decides empezar tu pequeña colección de arte contemporáneo. La tercera edición de CASA//ARTE, en el patio acristalado de CentroCentro Cibeles, te dicen que es el mejor lugar para hacerlo. Todas las obras vienen acompañadas de precios razonables. El/la galerista está encantado/a de que te intereses por sus artistas, y te contará y explicará todo lo que quieras conocer. 

Ya que el propósito de CASA//ARTE es la iniciación al coleccionismo, Lit Ar Co se suma a la propuesta e imagina -¡qué maravilloso es imaginar!- un presupuesto anual hipotéticamente dedicado a la adquisición de arte. Imaginamos y echamos a andar durante estos tres días, y estas son las adquisiciones:

Día 13 de diciembre
Urlaub XVIII, de Irene Cruz
Fotografía, 360 euros


¿Y qué importa qué artista sea el niño mimado del momento? Coleccionar no es especular. Es un impulso, una simpatía, un enamoramiento a distancia que te desata un gusanillo por dentro. Y a mí me pasa exactamente eso cada vez que veo las fotografías de Irene Cruz. La descubrí en la pasada edición de ROOM ART FAIR y compré una pequeña fotografía por un precio irrisorio. Una joven, probablemente la misma que en esta fotografía, se hunde lentamente en un lago fantasmagórico salpicado por flores que duermen. Pero con una no me sería suficiente. Urlaub XVIII representa para mí el mundo de los sueños, ese lugar en el que querríamos aparecer -y a la vez desaparecer- durante la vigilia, flotar, andar descalzos sin notar la graba, oler la niebla que es como algodón azul, acariciar el agua estancada y la corteza fría de los árboles. Sus fotografías te envuelven en una atmósfera onírica, irreal, de fantasía y de soledad, pero de esa soledad que se disfruta porque constituye lo más íntimo y secreto de nosotros mismos. Cada mañana, cuando la viese en la pared, sentiría la humedad de las hojas bajo mi pies al caer de ese salto congelado que intenta alcanzar lo imposible. Silencio y armonía.

Día 14 de diciembre
Geisha. Cartel soviético, de Fernando Bellver
Aguafuerte y collage, 275 euros (sin marco)


Hay temas que te fascinan -la muerte, la yo íntimo, la ciudad...- y cualquier cosa que encuentres que remita a ellos pasa a formar parte de tu obsesión. Exactamente eso me pasa desde hace algo más de un año con el mundo nipón. Descubrí a Fernando Bellver con unas magníficas y excéntricas geishas en la pasada edición de ESTAMPA, a la vez que leía a los autores del shogunato Tokugawa e intentaba ordenar en mi cabeza fechas, filosofía y estética totalmente ajenas a mi occidentalización. Esta geisha no es la más preciosa que he visto, pero sí misteriosa. Se oculta tras un paipai, y lejos de sonreír con picardía en un alarde de seducción prohibida, su mirada es inquisitiva, amenazante, fría. El doblez de su kimono rojo deja entrever un hombre con una vestimenta típicamente soviética. Lazos políticos por Oriente y por antítesis al gigante norteamericano, o algo más profundo en su filosofía de sacrificio personal en pos del bien del imperio. Son secretos, un comunismo que no llegó a arraigar, unas artistas hermosas como ninguna que devinieron en prostitutas mal pagadas por soldados extranjeros, un estancamiento y un desarrollo tecnológico imparable. Dos naciones irreconciliables, porque en el hielo no pueden nacer los crisantemos.

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