13th-50 contemporary artists: CHRIS OFILI

"Me gusta la actitud de cortar y pegar del hip hop. A menudo puedes oír dónde acaba una parte y comienza otra, que es lo que trata de hacer patente en mi obra para que pueda verse cómo están hechas las cosas"




Manchester, 1968
Christopher Ofili nació en Manchester pero su familia es de ascendencia nigeriana. El exotismo y la diferenciación cultural siempre han sido los motivos clave de sus obras, y ésto le diferenció del resto de pintores desde los comienzos de su carrera artística. Después de estudiar en un colegio católico realizó un cuso de Arte en el Tameside College en Manchester y completó su formación en la Chelsea School of Art y la Royal College of Art ya en Londres, donde actualmente aún reside y trabaja. En 1992 recibió una beca para marchar a Zimbabwe donde pudo observar las antiguas pinturas de las cuevas y decidirse por las temáticas de sus orígenes. El toque de gloria le llegó cuando el archiconocido Charles Saatchi se fijó en él, y pasó a ser uno de los pocos africanos componentes de los Young British Artists. Catapultado a la fama con su exposición itinerante Sensation en 1997, un año más tarde ganó el premio de Arte más codiciado de Inglaterra: el Turner Prize. En 2003 fue el encargado de representar a Gran Bretaña en la Biennale de Venecia.



Los lienzos de explosivos colores de Ofili se basan en una serie incalculable de pequeños puntos, técnica que se remonta a las pinturas rupestres de los aborígenes de Zimbabwe. Su obra es así una mezcla actual de técnicas e imaginario de sus ancestros africanos cuyo exotismo a encantado al más cerrado círculo del Arte Contemporáneo. Sin embargo, no todo fueron aplausos cuando presentó su The Holy Virgin Mary (bajo estas líneas) en 1996, una Madonna negra con un seno pintado a base de excrementos de elefante y a su alrededor un collage de fotografías explícitas de genitales femeninos. Aún así, ha sabido ganarse el favor de los más prestigiosos museos y galerías internacionales. El pop art más americano también está presente en los trazos y colores de algunas de sus obras, como los doce monos monocromáticos más un último de oro que colocó en la bautizada "Capilla Ofili" como representación de la Última Cena.

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