Del museo a la viñeta

Moderne Olympia
Algunos dicen que el arte, en cualquiera de sus disciplinas -la música, la pintura, la literatura...- habla siempre de las mismas cosas. Grandes motivos universales que son tan antiguos como el hombre, cuya existencia no tiene fin, y a los que se vuelve una y otra vez. La muerte, la soledad, el amor, la ambición, el odio... Tan sólo cambia la manera de representarlo y lo que esta representación tenga que contar de nuevo acerca de él. Cualquiera que sea el medio es igualmente válido. O al menos así es como debiera ser. Pero en la práctica, algunas disciplinas artísticas siempre han gozado de más favor que otras. Ya fuese de la crítica o del público. En esta dicotomía se basan conceptos como el "canon" y la "cultura popular". Y si no creen en este enfrentamiento, pregúntenle a la pintura y al cómic. 

"Yo sólo creo en una diferencia, la de las buenas y las malas obras. Me da igual la disciplina", sentenciaba Asier Mensuro, historiador del arte y comisario de la muestra El Arte en el cómic, durante la presentación a los medios de comunicación. Alguien le había interpelado si el cómic no perdía su genuinidad e individualidad al dedicarse a versionar obras maestras de la Historia del Arte. La respuesta: en absoluto. Los historietistas reunidos en la exposición -muchos de ellos, como Paco Roca y Juan Giménez, allí presentes- crean su propia idea de la obra de arte. La deconstruyen, la examinan, quitan y añaden elementos, varían los colores, tiran de bagaje estético y dan lugar a una nueva obra de arte, válida y autónoma por sí misma. 


El germen de esta muestra se encuentra en el Museo Louvre de París. Fabrice Douar, editor del museo, y Sébastian Gnaedig, director de la editorial Futurópolis, crearon en 2005 una colección de cómics cuyo argumento eran el propio Louvre y las colecciones que albergaba. Debido al éxito de la iniciativa, en el año 2009, y por primera vez en la historia, una pinacoteca de la talla de la parisina abría sus puertas a dibujantes e historietistas de cómic, que reunió en la exposición Le Louvre invite la bande dessinée. El Museo de Orsay quiso seguir el ejemplo, y también de la mano de la editorial Futurópolis, creó su propia colección de cómics ambientada en el museo. Ese mismo año, la idea llegó a un museo español, el Thyssen-Bornemisza de Madrid, que encargó a Miguel Ángel Martín el álbum Mitos del pop como complemento a la exposición del mismo nombre. Todas estas viñetas surgidas a partir de un primer acercamiento entre museos y cómic pueden verse en la primera parte de la exposición.

Las Mendigas de Don Julio

La segunda parte de El Arte en cómic está dedicada a mostrar cómo la pintura aparece representada en los cómics, ya sea por alusión directa a la obra o por inspiración en su tema y composición. Una mirada personal, un homenaje de muchos historietistas a la capacidad narrativa del noveno arte, que utiliza un lenguaje particular, el suyo propio, a caballo entre las bellas artes y la literatura, para mostrarnos el mundo de la pintura de una forma distinta. El clásico aguafuerte de Goya El sueño de la razón produce monstruos reinterpretada como un dibujante de cómic enloquecido de la mano de Juan Díaz Canales. El Da Vinci hiperrealista y airado de Juan Giménez pintando su Gioconda. Las Meninas reconvertidas en mendigas de Don Julio. O El grito de Munch y Las señoritas de Avignon de Picasso en el cómic Orlando y el juego de Luis Durán. 

Vista de la exposición
Una última propuesta de la exposición, seguramente aquella de la que la Fundación Telefónica está más orgullosa, es un encargo personal que la propia Fundación hizo a varios ilustradores e historietistas de prestigio. Les encargaron dibujar su propia versión de algunas de las obras de la colección privada de la compañía de telecomunicaciones. La dibujante Mamen Moreu realiza tres ilustraciones que homenajean a obras de Pablo Picasso, Tàpies, y René Magritte. Otros autores que realizan versiones de cuadros de la Colección Telefónica son Ana Galván, con dos ilustraciones de Phycological Morphology, de Roberto Matta, y Nature morte cubiste, de María Blanchard; Tyto Alba con dos versiones de Verres, journal et bouteille de vin, de Juan Gris y L´appel, de Paul Delvaux; y Teresa Valero, con una imagen de La chanteuse, de Juan Gris.

Le Chanteuse de Teresa Valero
Uno de los dibujantes que asistía a la rueda de prensa le preguntó a la portavoz de la Fundación Telefónica si comprarían para su colección alguna de las viñetas, ya que habían estado comentando que el cómic tiene igual valor que la pintura. Sus compañeros se echaron a reír. Ella salvó la situación diciendo que lo tendrían en cuenta. Por ahora, han organizado un pequeño ciclo de conferencias en las que participarán varios de los autores reunidos en la muestra, e incluso Fabrice Douar, el subdirector de publicaciones del Museo del Louvre cuya idea, acercar la concepción decimonónica del museo como contenedor de artistas ilustres a un formato tan moderno, popular y versátil como el cómic, dio pie a tan original exposición.


Espacio Fundación Telefónica (C/ Fuencarral, 3)
M-D 10h - 20h
Del 18 de febrero al 16 de mayo

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