Un loco en viñetas


Si eres alguno de los que se ha acercado este fin de semana a la recién inaugurada exposición Dalí: todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas en el Museo Reina Sofía de Madrid, te habrás topado con la cola más larga, madrugadora e impaciente que probablemente jamás hallas visto en un museo. Habrá que tomárselo con paciencia, porque todo el mundo está de los nervios. Hasta el 2 de septiembre y con algunas franjas horarias gratuitas podremos fascinarnos con las 200 piezas del iniciador y desertor del Surrealismo, aquel que dijo "El Surrealismo soy yo".

Hasta entonces, Dalí está por todas partes. Se lleva minutos costosísimos en todos los telediarios y radios, es protagonista de todos los suplementos culturales y algunas revistas especializadas, como Descubrir el arte, le dedican un número íntegramente; ésta última publicación, por cierto, es un catálogo perfecto para prepararse para la muestra. Las librerías están llenas de ejemplares de editoriales de arte que indagan en la vida, obra y excentricidades del visionario catalán. También tienes los ocho volúmenes de las Obras completas de Dalí publicadas por Destino.

Yo os traigo otra forma de conocerlo: un cómic. Con motivo de esta gran retrospectiva que se inauguró -y batió récords- en el Pompidou, se le encargó al dibujante francés Edmond Baudoin llevar la vida del artista catalán a las viñetas, siguiendo con la actual corriente de biografías en versión cómic, o como algunos los llaman, biomics. Lo publica la editorial Astiberri como ya hiciera con el cómic sobre la vida de Joyce del Premio Nacional Alfonso Zapico. Dalí es una joya del cómic y de las biografías, soberbiamente dibujado, en blanco y negro y de repente desvaríos y fantasías que estallan en color y parece que van a salir de la página. Están Gala, los surrealistas de Bretón y muchos más que toparon con su bigote imposible. Baudoin, que confesó a la agencia Efe cuando se publicó el cómic que "no le conocía especialmente" dijo quedar "atrapado" en el universo Dalí. "Lo que ha quedado para el público general es que Dalí era una especie de payaso que vivía para su personaje, pero en realidad era un pintor que trabajaba ocho horas diarias, aunque esto nadie lo veía" continuaba. Está claro que no es indiferente; por admiración, curiosidad o desagrado, calificarlo de pintor, escultor o escritor, llamarlo surrealista, sería quedarse infinitamente corto. Es lo más parecido a lo que hoy conocemos como showman. Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech era un persona, un joven flacucho de ojos saltones y lengua cargada de improperios; Dalí era todo, lo hacía todo, ponía contra las cuerdas a todos. Eso que se dice de "que hablen de ti, aunque sea mal". Con motivo de esta recuperación del creador, muchos se preguntan: ¿hay un Dalí hoy en día? Mucho dicen que años después llegó Warhol y su particular farándula pop y yanki. Ahora dicen que quizás Damien Hirst. Ni la sombra. Le faltan los turbios rumores homosexuales, el amor y la adoración desmedida por una mujer aguileña, las aún irresolubles relaciones con el dictador... Si quieres ir abriendo el apetito -y acabarás empalagado durante los próximos meses- acércate a la leyenda narrada en viñetas. Escandalízate. A él le encantaría.

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