¿Por qué hablar de cultura?

Es una buena pregunta. De hecho, mucha gente me la hace. Es algo así como ¿por qué cometes el suicidio profesional de querer dedicarte a la cultura? ¿pero a la gente le sigue interesando la cultura? A ti, que me lo preguntas, ya veo que no; por suerte, miles de personas siguen leyendo libros, visitando museos, asistiendo al cine y al teatro y demás. Luego están los que te dicen: la cultura no es necesaria para vivir. Como dijo uno de los manos derecha de ese botarate llamado Silvio Berlusconi: con la Divina Comedia no se come. Por supuesto que no. Tampoco recuerdo que alguien haya defendido lo contrario. Pero resulta, señoras y señores que fruncen el ceño, me miran de arriba a abajo y me dicen ¿pero de eso se vive? que no somos animales, que hace miles de años que dejamos de ser bestias, y precisamente lo que nos diferencia de éstas es que, mientras ellas solo necesitaban alimentarse y reproducirse, nosotros tenemos ese don, por supuesto que no divino, llamado libre albedrío, y ya conquistadas tantas cosas, ya teniendo ganaderos que nos proporcionen alimentos, médicos que nos curen, abogados que nos representen, ingenieros que nos construyan las carreteras, etc., pues hecho todo esto, lo que nos queda es aprender, crecer como personas y enriquecernos intelectualmente. Y eso, señores, sólo lo puede hacer el arte en todas sus vertientes, que es más antiguo que la propia existencia.

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