Habitat o la pureza primigenia

Ya estamos enamorados de sus fotografías; no hay vuelta atrás. Empezamos a conocer la poesía de su videoarte, que insufla movimiento a sus sueños antes estáticos. Y parece que, también, nos convertiremos en público deseoso de sus fotolibros Vuelve Irene Cruz, que nos enamoró en Room Art Fair y Art Madrid y que ya nos deslumbró con su primer fotolibro, Blumen, en el que a algunas de sus mejores fotografías acompañaban poemas firmados por almas del mundo entero. Ahora llega de nuevo con Habitat (entre otras ediciones de su propio sello), una composición a la vez terrenal y etérea, de esmeradísima edición, acompañada por las palabras del comisario y crítico Nicola Mariani y donde nos encontramos, por primera vez, desnudos masculinos. ¿Son también ellos otros irenes



- ¿Está el ser humano de nuestro siglo en armonía con la naturaleza?
Irene Cruz: A través de mis fotografías (y mis vídeos) intento invitar al espectador precisamente a que reflexione sobre la relación del hombre con la naturaleza, que cada uno saque sus propias conclusiones.  Según Joachim Ritter, “el paisaje es un constructo cultural creado por la sociedad moderna que, alejada del medio natural, sólo puede admirar su belleza una vez se ha emancipado de las necesidades que a ella le atan”. En esta serie sumerjo al hombre y a la mujer en la naturaleza, éstos toman conscientemente parte activa de ella. Creo que la sociedad en la que vivimos ha olvidado que somos naturaleza, que de ella procedemos, ella rige nuestro fluir, y por ello debemos volver a ella. De eso habla también la videoinstalación que aparece contemplada en el libro Habitat: Body & Landscape Awareness que acabo de publicar junto con mi querido Nicola Mariani. 


- ¿Qué papel juegan las emociones en tus fotografías? ¿Pueden adivinarse a través del cuerpo?
I. C.: Para contestar a esta pregunta me gustaría citar una parte del primer texto curatorial que Sol Izquierdo realizó con gran destreza para esta misma serie el año pasado para la exposición que tuve en la PPC Gallery de Berlín, HABITAT//NATIVE“Frente a la serie se puede jugar con las dos miradas que la artista nos propone, ver el paisaje como objeto estético cual voyeur o experimentar la naturaleza como parte de nosotros mismos y nuestro cuerpo. Pues el cuerpo, como explica Merleau-Ponty, nos sumerge en lo visible -el paisaje, en este caso- y es él mismo visible. Es posible experimentar este fenómeno perceptivo -la inherencia de lo vidente en lo visible- en las fotografías, donde debemos de ver con el cuerpo y sentir los cuerpos visibles con él". Se trata de una serie que pretende ser muy interactiva, una vez más, no muestro rostros en mi obra, intento despersonalizar a los personajes y que las emociones sean más fácilmente compartidas con los que las observan. Busco siempre la empatía con el espectador.

- ¿Por qué has introducido por primera vez el cuerpo masculino?
I. C.: El trasfondo conceptual de la serie lo requería. Me remito de alguna manera a la idea de primigenia. Como bien cita el comisario Nicola Mariani en nuestro libro “la Madre Tierra produjo los seres humanos espontáneamente; como los mejores frutos de su seno. En aquella arcaica edad de oro hombres y mujeres vivían, como escribe Robert Graves, «comiendo bellotas, frutos silvestres y miel que goteaba de los árboles»”. Por lo tanto era un reto, era necesaria la figura masculina, llevada al máximo punto de igualdad, haciendo que el cuerpo del hombre y de la mujer sean casi indistinguibles, buscando la armonía, simetría, homogeneidad. 



Dice el que escribe que la obra de Irene Cruz "plasma un deseo íntimo de reconciliación con la dimensión más emocional de la existencia". El antiguo mito narra que, cuando la Madre Tierra creó a los seres humanos como un fruto cualquiera, éstos vivían en perfecta armonía con una naturaleza que aún no era paisaje utilitario. Pero -¿como es innato en nuestra humanidad?- luego nos colocamos a nosotros mismos como centro de un universo que, parecemos olvidar, es previo a nuestro nacer. Esas irenes, esas tú y yo, cualquiera que sienta, un roce que en ocasiones duela, se diseminan por unos bosques a los que estamos acostumbrados y podemos identificar, aún desde la distancia como el espacio onírico de Irene Cruz. Altos, frondosos y oscuros, de piedras frías iridiscentes y construcciones deshabitadas. Los desnudos, en consonancia los unos con los otros, parecen puestos al azar, como si, efectivamente, una mano los hubiese arrojado entre los árboles y estuviesen echando raíces. 



- ¿Qué es lo que te gusta del arte de Irene Cruz? 
Nicola Mariani: Me gustan la frescura y la credibilidad de su propuesta. Con el tiempo ha conseguido desarrollar un estilo personal muy característico y bien reconocible, sin repetir fórmulas fáciles o aplicar clichés convencionales. Su lenguaje visual, muy sugerente a nivel poético y a nivel estético, toca las cuerdas emocionales más profundas. Y lo hace a través de un discurso creativo sincero. También me gusta su actitud perfeccionista y muy trabajadora. Detrás de todos sus proyectos veo un esfuerzo constante para seguir mejorando. Cada proyecto es el fruto de un enfrentamiento a un reto específico, que queda plasmado a través de un buen control de la técnica y soluciones formales muy sólidas.

- ¿Cómo definirías sus fotografías?
N. M.: En el texto que escribí para la exposición Desexilio, de la que fui comisario hace unos meses y en la que Irene exponía junto con David Catá, definí sus fotografías como fábulas con personajes fugaces. También se podrían definir como fabulas suspendidas, o in fieri. Todas sus series tienen una importante connotación narrativa y guardan una relación muy estrecha con la escenificación y el desarrollo consecuencial de la sintaxis cinematográfica. Como si se tratara de fotogramas de una película introspectiva, sus fotografías funcionan estupendamente cuando se exponen en forma de díptico o políptico. Mirando una fotografía de Irene nos planteamos inevitablemente un sinfín de preguntas sobre su ambientación, sobre las figuras humanas que vemos representadas, el contexto natural o artificial en el que éstas aparecen, las coordenadas espacio-temporales de la escena etc. Son sus fotografías historias incipientes que cada uno podría desarrollar ad libitum a través de su propia imaginación. Es como si estuviéramos mirando el instante congelado de un relato, del que podemos imaginar un antes y un después.

- ¿Qué hueco crees que ocupa en el panorama de fotógrafos españoles contemporáneos?
N. M.: Creo que poco a poco se está construyendo una posición muy respetable dentro de este panorama. Está madurando muy rápidamente y tiene una actitud muy profesional, que considero fundamental para seguir avanzando. Es una artista muy determinada y muy exigente consigo misma. Es sin duda una de las fotógrafas más interesante y prometedoras de su generación y está en pleno ascenso. Yo ya no hablaría de Irene como de una arista emergente. Tiene una sensibilidad creativa muy refinada y ha acumulado una experiencia considerable tanto a nivel de formación teórica como de práctica artística. Está exponiendo constantemente, tanto en España como en el extranjero, y va recogiendo reconocimientos merecidos por el valor de su trabajo. Se dedica con pasión a la fotografía y lleva un buen tiempo experimentando también en campos limítrofes, como el fotolibro y la edición, el videoarte y el performance. Creo que su trabajo merezca una grande atención y me alegra ver que sean muchos los que se están percatando de ello hoy en día

- ¿Qué explicas sobre sus figuras y paisajes en Habitat?

N. M.: El fotolibro nace de una selección de obras que hicimos conjuntamente Irene y yo a partir de uno de sus proyectos más recientes: Habitat. Body and landscape awareness (2014), que incluye fotografías, vidoeistalaciones y performance. Es una serie que me gusta mucho, la encuentro muy potente y a la vez delicada. Hay un juego plástico y poético fascinante entre el paisaje y la figura humana. Tiene un cierto sabor romántico y desde el punto de vista formal alcanza un nivel cualitativo considerable. Por primera vez, aparece en una serie de Irene el cuerpo masculino. El fotolibro se compone de las fotos que seleccionamos y un texto mío que escribí adrede para el libro. Pero por ahora no te puedo decir más, porque si no voy a estropear la sorpresa a quien quiera ver y leer el libro…



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