Escuelas literarias: ¿se puede enseñar a escribir?


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"Escritor es aquel al que escribir le cuesta más que a los demás" Thomas Mann

Antes de empezar, deberíamos añadir un elemento clave a esta pregunta: ¿se puede enseñar a escribir ficción? Escribir y escribir ficción no es lo mismo; se trata de una diferencia sustancial que mucha gente, incluso profesionales, no sabe diferenciar. Todo el mundo –alfabetizado- sabe escribir: escribes dictados, cartas, respuestas a un examen, mensajes de texto, un email, un diario y un infinito etcétera. No todo el mundo sabe escribir ficción: crear unos personajes que presentan personalidad y evolución en la misma, inventar unos acontecimientos que sigan una trama desarrollada a lo largo de un tiempo y en un espacio, contar unas ideas con la historia que dices… y hacerlo todo con estilo literario. Se trata de la diferencia insalvable entre un acto cotidiano y hacer Arte. ¿Cómo se ha producido esta confusión? La gente puede escribir ficción por hobby, porque les entretiene, porque les sirve para desahogarse;  otros van más allá y lo hacen con pretensiones de oficio, y entonces empiezan a añadir a su trabajo unos antecedentes históricos, unas teorías y críticas literarias, un conocimiento del mundo editorial e infinitos saberes más que se convierten en una tortura. Quizás, el todo el mundo sabe escribir se ha producido porque cada vez se le exige menos calidad a las obras de los escritores, y si esto coincide con que dichas obras se convierten en superventas que llenan las arcas de las empresas editoras, peor aún.

No ocurre lo mismo con otras Artes. Aparentemente, todo el mundo sabe escribir porque es capaz de juntar más de cinco palabras. Pero no todo el mundo sabe tocar un instrumento, porque si pulsas las teclas de un piano o las cuerdas de un violín, o sabes hacer música o no sabes, y es tan evidente que resulta ridículo . Esta diferencia no sólo está clara en la música, si no también en las Bellas Artes, aunque nuevas disciplinas como la performance o el videoarte han obligado a revisar y someter a crítica constante los cánones clásicos. Probablemente esto se deba a que ambas disciplinas artísticas cuentan con formación oficial. Cuando uno quiere ser músico o artista plástico –en la gran mayoría de los casos- se forma en un conservatorio o en una facultad de Bellas Artes o escuela. Pero si uno quiere ser escritor, ¿a dónde va? A las carreas de Filología, Derecho, Filosofía o Comunicación por regla general. Luego pueden aparecer talentosos literatos con formación médica, política o económica. ¿Qué tiene la creación literaria que toma como creadores a sujetos tan dispares?

Sin embargo, la ausencia de formación específica para los escritores es un mal-o quizás bien, quién sabe, ya que hay sobreabundancia de escritores- típicamente nacional. En otros países, principalmente en los anglosajones, las universidades, tanto públicas como privadas, cuentan con carreras y/o másters oficiales que suelen denominar Creative Writing. En estas enseñanzas los estudiantes aprenden materias tales que Historia de la Literatura, del Arte, Movimientos artísticos, Filosofía, Sociología, Composición, Escritura poética, Creación de personajes y múltiples conocimientos humanísticos más, acompañados de constantes seminarios y talleres con escritores conocidos por el público. En España, la Universidad de Sevilla y la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona son pioneras en tener Masters de Escritura Creativa. Estas formaciones universitarias, sin embargo, no han cosechado el éxito de las instituciones que dan nombre a este reportaje: las escuelas literarias. Por todo el territorio español se diseminan cursos y talleres de escritura creativa impartidos por escritores o teóricos en distintos centros culturales. En la capital se concentran cuatro de las escuelas literarias con más alumnos: Fuentetaja, Escuela de Escritores, Hotel Kafka y la Escuela Contemporánea de Humanidades.  Estas escuelas llevan años ofreciendo cursos, talleres, seminarios y masters en distintas disciplinas de la creación literaria lo más específicas posible: poesía, novela negra, relato breve, literatura erótica, tendencias literarias contemporáneas, periodismo literario y mucho más. Son cientos los alumnos que ya han recibido este tipo de formación, normalmente impartida por escritores publicados de más o menos prestigio o por profesionales del mundo de las Ciencias Sociales y las Humanidades. Fuentetaja cuenta con 25 años de experiencia y es la que más alumnos recibe cada año en sus enseñanzas presenciales y online. Escritores reconocidos como Elvira navarro y Juan Jacinto Muñoz Rengel se encuentran entre sus filas. Es la más grande de todas en cuanto a variedad de estudios ofertados. Escuela de Escritores imparte cursos online y presenciales en Madrid, Burgos y Zaragoza. Cuenta con cursos anuales y trimestrales, un Máster en Narrativa entre ellos, y no cuenta con profesores de tanto prestigio pero sí con un amplio equipo de personal formado en ámbitos culturales y con premios literarios de menor resonancia.  Hotel Kafka, además de escritores, imparte cursos para músicos, guionistas y periodistas. A la entrada de su página apuntan de la manera más humilde y sabia: “A todos nos enseñaron a escribir en la escuela, a crear no”. Escritores como Juan Aparicio Belmonte, Rafael Reig, Ronaldo Menéndez o Marta Ribera enseñan en sus cursos de Escritura Creativa. La Escuela Contemporánea de Humanidades de Madrid es dirigida por el varias veces galardonado escritor y periodista Alejandro Gándara. Sus Másters en Creación Literaria y Creación de Pensamiento son un sello único, muy reconocidos a nivel nacional, y entre sus filas hay escritores como Nuria Labari y profesionales como periodistas, filósofos y publicistas.

Estudiar en estas escuelas no significa ni que seas escritor ni que vayas a publicar tu obra. Sí son, por otra parte, un lugar de encuentro para personas con inquietudes culturales parecidas, aptitudes potenciales para la escritura, capacidad de sentimiento crítico y, sobre todo, amantes de la lectura. Hay mucho que discutir en torno a este tema, y hemos querido contar con la opinión de cuatro escritores vinculados y no con estas escuelas.

JUAN APARICIO BELMONTE- Su primera novela, Mala suerte (2003) ganó el I Premio de Narrativa Caja Madrid. Desde entonces ha publicado López López, El disparatado círculo de los pájaros borrachos (XII Premio Lengua de Trapo de Narrativa), Una revolución pequeña y Mis seres queridos (II Premio Bubok de Creación Literaria). Da clases de Escritura Creativa en el Hotel Kafka.





ELVIRA NAVARRO- En 2004 ganó el Certamen de Jóvenes Creadores de la Comunidad de Madrid y el siguiente año recibió una beca de creación en la Residencia de Estudiantes. Su primer libro, La ciudad en invierno (2007) fue elegido como Nuevo Talento Fnac. En 2009 publicó La ciudad feliz (XXV Premio Jaén de Novela). En 201º fue incluida en la lista de 22 mejores narradores españoles de la revista Granta. Es profesora de Novela en Fuentetaja.


NURIA LABARI-  La redactora jefe de www.telecinco.es seleccionó trece de sus relatos cortos bajo el nombre Los borrachos de mi vida y ganó el VI Premio de Narrativa Caja Madrid. Es profesora de Relato Breve en la Escuela Contemporánea de Humanidades, donde una vez fue alumna del Master de Creación Literaria.



LORENZO SILVA- Es uno de los nombres más reconocidos de la Literatura española actual. Ha escrito novelas, relatos, narrativa de no ficción y libros para niños y jóvenes. En 1997, con dos novelas ya publicadas, su nombre se hizo famoso al quedar finalista del Premio Nadal con La flaqueza del bolchevique. Recibiría el premio en el año 2000 por El alquimista impaciente. En 2004 con Carta blanca ganó el Premio Primavera de Novela. Sus últimas obras publicadas son Niños feroces, La estrategia del agua o El blog del inquisidor entre muchos otros.


¿El escritor nace o se hace?
J.A.B. Nace con algunas características innatas, pero si estas no se trabajan y desarrollan de nada sirven. ¿El futbolista nace o se hace? Si eres torpe con los pies por una cuestión genética jamás serás buen futbolista, pero Messi es Messi porque jugaba mucho al fútbol de niño con independencia de su indudable talento natural.
E.N. Afirmar que el escritor nace es como creer en la transmigración de las almas o algo similar. El escritor se hace. Otra cosa distinta es  la necesidad de expresarse y construir universos por escrito (un psicólogo te contestaría mejor que yo a esta pregunta), que seguramente tiene que ver con desarreglos con respecto al entorno y un temprano descubrimiento de la lectura.
N.L. Ni lo uno ni lo otro. El escritor básicamente se deshace. Quiero decir que el escritor es un sujeto (lo de que ha nacido es obvio digo yo) con alguna brecha en su sentido del mundo o de su identidad. Es capaz de percibir los lugares donde el sentido se rompe y se siente capaz (a veces) de intentar reconstruirlo o, por lo menos, de seguir la pista a estas brechas del sentido. Creo que identitariamente hay algo roto en un escritor y la magia de la buena literatura consiste precisamente en convertir esas brechas en trampolines, en lanzaderas hacia otro lugar. Es decir, donde el sentido se rompe puede haber un trampolín que te lance disparado hacia otro lugar donde pueda continuar. No es que las heridas desaparezcan pero podemos convivir con ellas. Me encanta la metáfora de Dumbo para ilustrar la del escritor. De sus tremendas orejas, las mismas que le amargaban la vida, es capaz de conseguir la magia necesaria para volar. ¿Nace Dumbo o se hace? Pues ni lo uno ni lo otro. Se deshace. Convierte lo que tenía en otra cosa. Es decir, crea.
L.S. Nace y luego está siempre haciéndose, deshaciéndose, rehaciéndose. De otro modo, no hay escritor.

¿Puede sustituir la enseñanza al talento natural?
J.A.B. No. El talento natural no tiene sustitutos. La enseñanza, o más bien la práctica, puede acrecentarlo o hacer que surja si hasta entonces permanecía agazapado u oculto.
E.N. Esta pregunta parte de una base errónea, a saber: la presunción de que todos los que asisten a un curso de estas características tienen una vocación bien definida y, en consecuencia, la firme determinación de convertirse en escritores o escritoras. En mi experiencia, eso es así sólo en algunos casos. La mayoría de los que asisten a un curso práctico de literatura están movidos por el afán de explorar una región por la que rara vez  transitan, que es la de su relación con la palabra escrita, y que cuando se prueba procura satisfacciones inesperadas, y tal vez incluso la recuperación de capacidades que se creían olvidadas. Es un tópico seguramente cierto decir que quienes escribimos lo hacemos porque nos resulta más fácil comunicarnos por escrito, y yo añado que, además de eso, hay cosas que sólo encuentran su mejor expresión sobre una hoja de papel. O sobre una pantalla. Esto es así incluso en los casos de quienes rara vez han probado dejarse ir ante una página en blanco. Por hacer una analogía con la pintura, tal vez uno o una no sea Antonio López; sin embargo, lo que sí es cierto es que, cuando se descubre la potencialidad de un trazo o de unos colores, nada ni nadie puede sustituir ese trazo propio y esa manera de aportar color, y lo fundamental: sólo quien participa de ese proceso puede hacerse depositario de su significación, de las posibilidades que encierra.
N.L. Esta pregunta es muy tontorrona, la verdad. ¿Cómo va el talento a sustituirse por ninguna cosa? Supongo que te refieres a si puede alguien sin talento convertirse en escritor gracias a la educación. Mi respuesta es que la educación es indispensable para el desarrollo del ser humano (sea o non escritor) y complementaria de cualquier capacidad innata. Desde luego no conocemos escritores analfabetos (con permiso de los narradores orales de la biblia reescritos después). Es decir, cualquier escritor de nuestro tiempo sabe escribir en el sentido literal de la expresión. ¿Cuánto talento hay en zonas del mundo donde los niños no tienen siquiera derecho a la educación? Por no hablar de las mujeres... En fin, esta pregunta me parece propia de los 80. Las escuelas de arte dramático, de danza, de música, de bellas artes jamás se han puesto en duda (por mucho que se asuma que estas disciplinas requieren talento). En cambio se sigue sospechando de las escuelas de creación literaria. Fuera de todos los talleres y club de lecturas no profesionales que existen en nuestro país, entiendo que las escuelas de altos estudios dedicadas a la creación literaria son una suerte para escritores, críticos y estudiosos de la literatura en general. En nuestro país sólo conozco la ECH, fuera me gusta la Sara Lawranece en EEUU, donde me encantaría estudiar. (En la ECH ya he tenido la suerte). Pero en principio no sospecho de ninguna institución que se dedique a la educación. Y sin educación creo que el talento lo tiene muy difícil, la verdad, en ésta o cualquier otra disciplina.
L.S.  No. Puede potenciarlo, pero cero multiplicado por lo que sea siempre da cero.

¿Cuál sería la labor idónea de estas escuelas en el proceso de creación artística?
J.A.B. La que tienen. Lugares donde se aprende técnicas de escritura, donde se lee y se discute y charla sobre literatura y en los que los alumnos encuentran una motivación, tan necesaria siempre, para escribir más y mejor.
E. N. Conectar a los asistentes con su capacidad para crear con el lenguaje escrito, y aquí es importante el "su", es decir, con aquellas cualidades o necesidades del alumno que le permiten escribir. El profesor debe de ser un canal para desarrollar cualidades propias, y no un vendedor de su propia doctrina literaria.
N.L. La respuesta se responde más fácilmente si piensas en cualquier otra disciplina: danza, por ejemplo. Como la palabra está muy pegada a los individuos nos cuesta entender que no la dominemos y que aún podamos aprender sobre una capacidad que nos parece “innata”. Pero son muchas las técnicas que se deben conocer para afrontar la escritura (o la lectura o la edición o la retórica) desde un punto de vista profesional o avanzado. La bibliografía es tan amplia como lo es la materia. ¿Por qué no se hace este pregunta sobre qué se enseña en una Escuela de Bellas Artes o si tiene sentido ir a un conservatorio de música cuando Leonard Cohen es autodidacta? En fin, me niego a responder. Creo que la labor de una Escuela de creación no se tiene que justificar aunque en este país se siga pidiendo explicaciones hacia aquellos decididos a dedicarse a la creación en cualquiera de sus manifestaciones. De hecho, una de las razones por las que este tipo de escuelas son imprescindibles es que la creación está desterrada por completo de los programas convencionales de formación.
L.S. Estimular, incitar a la curiosidad, a la autoexigencia, a la permeabilidad.

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