"No hay ficción que no sea una muestra autobiográfica"
Autopsia , de Miguel Serrano Larraz (Ed. Candaya) Pertenece a esa generación de escritores -y de personas- nacidas en los 70, niños en los convulsos 80, estudiantes universitarios en los tranquilos 90 y a los que el nuevo milenio e Internet y las redes sociales y el whatssap les pilla algo crecidos y, sobre todo, escépticos. Miguel Serrano Larraz viene del mundo del relato corto, y esta primera novela es una especie de redención. Había demasiadas cosas que contar en demasiado poco espacio. No hagan caso al resumen de la contracubierta, porque no sólo se trata de un niño de clase media, media-alta, que fue a un colegio concertado y después a la universidad, que tuvo amigos y novias, que tuvo una familia estable que le quiso y le cuidó, y aún así le hizo la vida imposible -es imposible saber por qué- a una niña feucha y débil llamada Laura Buey; habla de la maduración, de los días cotidianos y de los errores de una generación de millones de españoles que se verán reflejados en